Como ya decía Beethoven, “la arquitectura es una música de piedras y la música, una arquitectura de sonidos”.
A día de hoy,
esto puede demostrarse gracias a los estudios realizados durante años. Está
demostrado que la música es una ciencia…ahí está Pitágoras para contarlo. Lo
descubrió experimentando con cuerdas tensadas y escuchando el sonido que
producían al ser más extensas o más cortas. Descubrió que la octava tenía una
proporción matemática de 2/1 y poco a poco fue deduciendo proporciones,
encontrando que tenían una particular relación matemática. Resulta que el
cerebro reconoce como sonidos agradables aquellos cuyas frecuencias están en
ciertas proporciones simples: 2/1, 3/2, 4/3, etc. Así que construyó una escala
con cuatro notas. Al final consiguió afianzar las ocho notas de la escala
musical.
Y
bueno…volviendo a lo de los sonidos agradables…¿Alguna vez os habéis fijado en
el poder de la música sobre nosotros y sobre nuestro estado de ánimo? Este es
el objeto de estudio de la musicoterapia, que intenta demostrar mediante
terapias que la música no sólo nos hace experimentar cambios en el estado de
ánimo, cambiarnos la frecuencia cardiaca y respiratoria, ayudarnos a atender, a
memorizar, sino que también promueve la psicomotricidad, la inteligibilidad del
habla y favorece el bienestar personal y social. La música también puede
aliviar el dolor crónico, ayudar con la anorexia, la adición a las drogas. Pero
el objetivo de la musicoterapia no es curar, sino mejorar la calidad de vida y
la salud física, social, comunicativa, emocional e intelectual de muchas
personas enfermas.
Tal vez hayáis
oído hablar del efecto Mozart o de la música en el marketing.
Se llama
efecto Mozart a lo que le ocurre a nuestro cerebro después de escuchar su
música. Nos volvemos más atentos, interesados, y se cree que desde niños podría
aumentar nuestro coeficiente intelectual.
Y en cuanto al
marketing, seguro que habéis entrado alguna vez a una tienda y habéis querido
quedaros por la canción que estaba sonando u os habéis sentido más eufóricos y
con más ganas de comprar.
Es increíble
cómo la música puede jugar con nuestro cerebro, al igual que para engañarnos a
comprar, para ayudarnos en la vida, a recordar momentos del pasado, ayudar a la
gente con afasia que no puede hablar pero sí pueden recitar canciones.
En resumidas
cuentas, la vida sin música sería un error.
ANAÏS CÁMARA MORA (4º ESO)
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